Fuente: Javier Lewkowicz
Para: pagina 12
Los gobiernos de Argentina y Brasil alcanzaron un acuerdo para el sector automotor a través del cual pretenden dar previsibilidad y reactivar ambas industrias. Regirá por un año, hasta que se negocie en 2015 toda la política automotriz común, que incluye cuestiones de fondo en la definición de la estrategia sectorial regional. La medida anunciada ayer incluye un convenio entre privados para asegurar cuotas de mercado, que en el caso de los autos argentinos subirían un peldaño en el país vecino. También restablece el coeficiente flex, que limita el nivel de desequilibrio comercial. Más allá del grado de impacto concreto sobre el sector, que puede o no ser contundente, el acuerdo supone un gesto político muy relevante, dado que ambos gobiernos vienen de un período en el cual el diálogo en este tema se encontraba completamente trabado.
Reflejo de la importancia simbólica del acuerdo es que el grupo de funcionarios que encabezaron el anuncio en el Ministerio de Economía fue inusualmente abultado. “Parece la última cena”, fue el chiste que se escuchó antes de que comenzaran a explicar la medida. Se sentaron, uno al lado del otro, el ministro de Economía, Axel Kicillof; su par de Industria, Débora Giorgi, y el canciller Héctor Timerman, junto a Enrique Alemañy, titular de Adefa (automotrices); Fabio Rozenblum, presidente de AFAC (autopartistas) y Gerardo Venutolo, de Adimra (metalúrgicos). Por el lado de Brasil, Mauro Borges, ministro de Industria; Antonio Carlos Meduna, de Abipeças (autopartes) y Antonio Carlos Bothelo Magale, de Anfavea (terminales). También estaban los dos embajadores, Luis María Kreckler, argentino en Brasilia, y Everton Vieira Vargas, brasileño en Buenos Aires.
Se firmó la prórroga del acuerdo sobre la Política Automotriz Común (PAC), desde el 1º de julio de este año hasta el 30 de junio de 2015. Reaparece el coeficiente flex en un valor de 1,5, es decir que por cada 1000 dólares importados, la exportación no puede superar los 1500 dólares. La intención de Brasil era definir un flex más alto, es decir, imponer menos restricciones potenciales, aunque Kicillof y Giorgi se opusieron. Por fuera del flex, rigen los aranceles, que hacen casi inviable el comercio bilateral. En la práctica, no supone un cambio rotundo, porque el flex “real” desde hace varios años está en el orden de 1,2. Pero representa una señal para el sector privado de que debe haber complementariedad en la producción a ambos lados de la frontera. El flex se había caído el año pasado porque los gobiernos no se habían puesto de acuerdo. Antes era de 1,95 para Brasil y de 2,5 para Argentina, es decir que permitía un desequilibrio mayor si es que Argentina mantenía superávit bilateral.
Otro punto del acuerdo es el establecimiento de cuotas de mercado por parte de los representantes del sector privado de ambos países. Los autos argentinos tendrán una participación mínima del 11 por ciento en el país vecino. Eso debería tener impacto rápido sobre la producción local, aseguró Kicillof, puesto que en lo que va del año ese porcentaje está por debajo del 8 por ciento. En tanto, el mínimo para los autos brasileños quedó en 44,3 por ciento, en línea con la participación actual. A Brasil se le garantiza detener la caída que experimente desde niveles del 47 por ciento.
Además, los gobiernos fijaron una “hoja de ruta” de cara a la negociación del año que viene, cuando deba definirse el amplio conjunto de normas que regulan el comercio regional de autos. Se trata, por ejemplo, de las reglas de origen, que establece el mínimo de partes regionales o nacionales para que un auto sea Mercosur y acceda a los beneficios arancelarios del bloque. Ese punto tiene mucho impacto sobre la política de integración de piezas nacionales por parte de las terminales.
Durante los discursos de los funcionarios, ayer mismo, se visibilizó por qué canal pasan las discusiones y cuál es el escenario de cara al año que viene. Kicillof y Giorgi plantearon varias veces la necesidad de tener un comercio equilibrado e impulsar la integración de partes regionales. La ministra detalló que ambos países importan desde extrazona autopartes por un total de 33 mil millones de dólares al año, dando a entender el horizonte de crecimiento de la industria sustitutiva local. Al gobierno argentino le preocupa el enorme agujero de divisas que genera el sector. Borges, por su parte, se ilusionó con llegar en algún momento a la liberalización total del comercio, que favorece a la industria de ese país, que cuenta con mayor grado de eficiencia y densidad.
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